Escrito por: Nuño Domínguez - Madrid
Correr, lo que ahora se llama
running
y que en nuestros orígenes paleolíticos era la diferencia entre un
humano vivo y otro muerto de hambre, nos mantiene más jóvenes. Eso es lo
que indica un nuevo estudio que ha analizado el consumo energético del
cuerpo humano durante el ejercicio como si se tratara de una máquina
más. Sus resultados indican que personas sexagenarias y septuagenarias
que han corrido durante décadas de forma habitual mantienen una mayor
eficiencia energética, comparable en algunos casos a la de personas de
20 años. Sin embargo, gente de esa misma edad que camina habitualmente
como forma de ejercicio no tiene un organismo tan eficiente, según los
autores.
El trabajo, que se publica hoy en PLoS One,
apoya lo que ya han dicho muchos estudios sobre medicina y deporte:
hacer ejercicio alarga la vida años, retrasa la llegada de la
dependencia más de una década y puede ahorrar a los sistemas públicos de
salud decenas de miles de millones de euros en fármacos,
hospitalizaciones y tratamientos.
“Correr te mantiene joven”, resume
Rodger Kram,
fisiólogo de la Universidad de Colorado y uno de los autores del
estudio. Su trabajo ha analizado la eficiencia energética de un grupo de
personas atípicas, como él mismo reconoce. Son gente de entre 64 y 74
años que corre al menos media hora tres veces por semana desde hace
años, incluso décadas. Son, según Kram, herederos del llamado
jogging boom,
una moda de correr que comenzó a finales de los setenta en EE UU y
otros países y que multiplicó el número de carreras populares, maratones
televisados, publicidad de zapatillas y todo tipo de accesorios para el
deporte.
El propio Kram lleva más de tres décadas corriendo y
estudiando sus efectos sobre el cuerpo humano desde el campo científico
de la biomecánica. En este estudio, comparó la eficiencia energética de
esos corredores veteranos con la de personas de una edad comparable que
caminan habitualmente como ejercicio. A ambos se les pidió que caminasen
a diferentes velocidades sobre una cinta de ejercicios mientras se
registraba su consumo de oxígeno. Los resultados del estudio, que
analizó un total de 30 individuos, mostraron que los corredores
mantienen una eficiencia energética comparable a la de una persona
sedentaria de unos 20 años cuando caminan. Las personas que andan
habitualmente, en cambio, registraron un consumo energético mayor,
comparable al de personas sedentarias de su edad. Los corredores eran
entre un 7% y un 10% más eficientes que los andadores de su edad.
“Fue una sorpresa que los corredores de nuestro estudio
resultasen caminar de forma más eficiente que personas que caminan
regularmente como ejercicio”, ha explicado Owen Beck, coautor del
trabajo, en una nota de prensa. “El mensaje final del estudio es que
correr de forma habitual parece retrasar el envejecimiento y permite que
personas mayores se muevan más fácilmente, lo que mejora su
independencia y calidad de vida”, añade.
La facilidad para caminar es un predictor “fundamental” de
enfermedad y muerte. “Si caminas por debajo de 0,5 metros por segundo
[1,8 kilómetros por hora] aumenta tres veces tu riesgo de muerte”,
detalla
Mikel Izquierdo,
director del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad
Pública de Navarra. Izquierdo cree que el estudio de Kram es un poco
“oportunista”, pues aprovecha el creciente interés que existe por todo
lo que sea correr para publicitar unos beneficios que son reales, pero
modestos, opina. Lo bueno del trabajo, reconoce, es que “muestra que
correr mejora la economía energética, lo que a su vez facilita que la
gente pueda hacer más ejercicio, y este es clave”. “Si eres físicamente
activo, si corres, tu riesgo de muerte disminuye ocho años comparado con
gente sedentaria de tu edad y, sobre todo, reduces en unos 12 años la
llegada de la dependencia por incapacidad”, detalla.
“El estudio es interesante porque muestra que el ejercicio
atenúa mucho los efectos del envejecimiento”, destaca Alejandro Lucía,
catedrático de Fisiología Humana y del Ejercicio de la Universidad
Europea de Madrid. Lucía es experto en los efectos físicos del ejercicio
en personas mayores y enfermos de cáncer, en los que también, dice, se
ha demostrado que hacer deporte mejora su estado de salud. “Los médicos
tienen que aprender a prescribir ejercicio físico”, resalta.
A medida que se envejece, la capacidad aeróbica va
disminuyendo en todo tipo de personas, incluidos los corredores. La
fatiga característica de las personas mayores sucede porque la curva
descendente de su capacidad aeróbica y la ascendente de su consumo
energético se encuentran, obligándoles a parar a tomar aire, explica
Kram. Lo que su estudio desvela es que el consumo energético en
corredores habituales es más bajo que el de los andadores y se mantiene a
pesar de los años. Ese menor consumo energético te permite realizar con
menos problemas una tarea como andar.
Los responsables del estudio resaltan que andar como ejercicio sigue
siendo muy beneficioso, por ejemplo, para evitar enfermedades
cardiovasculares. El problema es que la eficiencia energética no está
entre esos beneficios. Los investigadores no han conseguido averiguar
por qué los corredores son más eficientes y por qué mantienen esa
eficiencia a pesar del paso de los años. De hecho, estudios anteriores
habían probado justo lo contrario, en estos casos estudiando a ciclistas
y triatletas veteranos. Kram cree que la respuesta puede estar en las
mitocondrias, orgánulos celulares encargados de proporcionar energía.
Las personas que hacer ejercicio tienden a tener más mitocondrias en sus
células y esa, piensa Kram, puede ser la explicación de lo que ha
observado, aunque quiere hacer más estudios para averiguarlo.